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 Crónica: Argetina vs. Holanda - Con cobertura fotográfica!!!

En este mes del mundial tenemos la posibilidad de sentirnos un poquitin más cerca, lamentablemente la posibilidad de ir la mayoría no la tenemos, pero gracias a dos socios, Federico Leonhardt y Axel Mayo,  y un gran amigo argentino que hace años vive en Alemania, Martín Schulz, iremos publicando en este espacios sus vivencias y sus

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Federico Leonhardt (Socio Club Alemán 6239)
Hamburgo 21-6-06

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Queridas/os amigas/os,
Nuevamente me comunico con Uds. desde la, hoy nublada, Alemania. La temperatura bajó unos grados, el sol se asomo de a ratos, la lluvia también no quizo faltar y por momentos se hizo notar. Es un día un tanto raro, casi como el partido de ayer y las sensaciones que iba generando a partir del paso de las horas.

El común denominador de los partidos anteriores estuvo en los nervios, la ansiedad y la ilusión. Ayer estuvieron presentes pero en una medida mucho menor, la charla obligada ya era ayer los octavos de final y todas los posibles encuentro a partir de cuartos. Y un tema aún mucho más caliente para quienes todavía nos quedamos en Alemania y no tenemos entradas es justamente ese, las entradas. Pero sobre esto volveré más adelante.

Como dije, ayer tuve la suerte de estar en la cancha y lo que más hay que rescatar es el papel de la hinchada. Cada vez que recuerdo algún pasaje emocionante del partido inevitablemente esta relacionado con el alentar incesante que bajaba de las tribunas, sencillamente admirable, fascinante, conmovedor y por último inolvidable... nunca he estado en otro mundial pero me han comentado testigos presenciales de Italia 90, o Francia 98 que la presencia acá en Alemania es sorprendente. Y es cierto. Y un dato todavía mejor, el repertorio de canciones se amplió tanto hasta llegar a niveles insospechados, hoy por hoy da gusto alentar a la argentina y que no se cante ni una sola vez el famoso (y en mi caso ya odiado) “Vamos, vamos Argentina, vamos, vamos a ganar...”

Muchos de Uds. al igual que yo habrán ido al Monumental a alentar a la selección, desde mi punto de vista siempre es lindo ver a la albiceleste, pero nunca llegaba a tener más protagonismo la hinchada que el equipo, nunca dio gusto haber ido a ver un partido de la Selección y a pesar de un empate salir orgulloso por el agite que hubo. Bueno, acá se esta dando. No sólo gracias a Dios los muchachos están jugando maravillosamente, sino que la hinchada es poniendo lo que hay que poner, y es un orgullo pertenecer a ella y poder vivir la experiencia.

El partido, como dije, transcurrió en esa vorragine que mencioné, con pasajes de aprox. 8 minutos cantando sin parar, toda la cabecera detrás del arco del Pato Abbondanzieri estaba de pie por ratos largos a pesar del grito “Abajo!” de algún perezoso... El segundo tiempo se canto un poco menos pero se terminó con unos 15 minutos también a todo aliento.

Así se fue el partido, y un poco también,  la noche. Tanto antes como después del partido estuve en el “punto de encuentro en Alemania” y el clima fue similar a las dos veces pasadas quizás con una asistencia de gente un poco menor ya que otra vez no estaba el bar muy bien posicionado. Lamentablemente no me quedé para festejar con la gente, primero porque muchos de mis amigos y gente conocida no se quedó, por el otro y fundamental, me tenía que tomar el tren para volver a trabajar el día de hoy.

Estoy contento y feliz por haber podido estar en el partido de ayer, un clásico siempre es atractivo y sobre todo la ilusión de la gente es extraordinaria. Pero también tengo que reconocer que la panza, a raíz del partido del sábado, ya me duele. Todavía no es seguro que este en el estadio pero todavía guardo esperanzas, sino lo veré de afuera y seguiré alentando. Tengo Fe, creo en el equipo y en la gente, y lo mejor de todo es que tengo porqué tenerla.

Saludos a todos, seguimos en contacto y esperen la próxima crónica!!

Fede

Entradas. Cómo dije más arriba es un tema inevitable sobre todo para los que no tenemos entradas. Necesariamente se tiene que liberar un grupo o porcentaje de entradas ahora que tenemos la clasificación asegurada, lo que es difícil es justamente encontrar dónde las liberan... lo único que pido, y me gustaría que así sea, es que si las venden se lo hagan a los hinchas, y no que algunos de éstos, inescrupulosos, o dirigentes ventajistas, utilicen la posibilidad para hacer una “diferencia”.

Argentinos desubicados. Ayer estabamos sentados con Axel Mayo en la escalera de la cabecera que mencioné más arriba. Poco antes del comienzo del encuentro quien aparece? Sí sí, Roberto Giordano. Se sentó en sus asientos al lado nuestro. Luego de comenzado el partido se generó una situación insólita con insultos sin parar y escupitajos para Roberto, completamente innecesarios y que llevaron a que se tenga que levantar e irse. Sinceramente lamentable, triste y vergonzoso. Hacer miles de kilómetros, estar viendo Argentina-Holanda, en un mundial (!!!), y perder minutos putéandolo a Giordano es inentendible. Los dos pibes que lo putearon (uno peladito de chiva y otro hincha de river de pelo largo) estaban completamente sacados y terminaron puteando e incomodando a todo aquél que intentaba poner panios fríos a la situación. Todo entre argentinos. Patético


Axel Mayo (Socio Club Alemán 6547)

Sabado 16 de Junio de 2006 - Gelsenkirchen
POR UNA BOTELLA DE GIN

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El presidente de la Comosión Jóvenes del Club Europeo, Nicolás Leonhardt,
siempre consideró que a una persona que no le gusta ni la cerveza ni el whisky, sino solamente un buen gin tonic, era alguien que no merecía demasiada consideración en este mundo, mucho menos en los after office organizados por el Club en los que los beneficios para los socios  no incluyen ni el gin ni el tonic ni el limón. Por eso, en vísperas de mi viaje a Alemania para colaborar en la búsqueda del oso Bruno (me especializo en el análisis de conductas de animales autóctonos y salvajes), perdido en los Alpes Alemanes y motivo de preocupación para las autoridades debido a algunas apariciones amenazantes para la población, me sorprendió la oferta de Nicolás: aprovechar mi estadía en el país teutón para cubrir los partidos de Argentina - Serbia y
Argentina
 
Holanda. El ofrecimiento incluia dos entradas aportadas por uno de los sponsors del Club y lo más tentador: una botella de gin importado en la barra de socios en los eventos organizados por el Club Europeo durante el resto del año, más una porción adicional de goulash (siempre y cuando sea solicitada antes de las 19.45 hs).

Fue así que acepté el ofrecimiento y me embarqué en el vuelo de Iberia, y no sin algunos sucesos extraños durante el vuelo (el comandante español justificando la demora de la partida del vuelo en la goleada de España a Ucrania, Natalia Oreiro y Facundo Arana visitando el baño de la clase turista porque el de la clase business no funcionaba, la jubilada peruana en el asiento de al lado mio que utilizó mi hombro como almohada durante todo el vuelo), llegué a Frankfurt en la noche del jueves 15 de junio.

Después de pernoctar en la preciosa Heidelberg (a una hora de Frankfurt), partimos en auto en la mañana del viernes 16 de junio hacia Gelsenkirchen en compañía de Patrick, uno de los corresponsales del Club Europeo en Alemania.

Después de dos horas de viaje hacie el noroeste, el GPS nos depositó exactamente en el lugar programado contra mi voluntad por Patrick: el Quilmes Bar de la ciudad de Gelsenkirchen, a unos 600 metros del Estadio. Infructuosos fueron mis reclamos para que fuéramos a conocer la otrora importante ciudad y poder así contarles a nuestros lectores que alguna vez se trató de un importante centro carburífero y otros detalles igual de importantes. Mucho menos logré persuadirlo a Patrick diciéndole que dudaba que se hicieran presentes muchos hinchas argentinos, que continuábamos siendo  un país en crisis y que el tipo de cambio no nos favorecía, que la numerosa presencia argentina en Hamburgo seguramente había sido una excepción o en todo caso una exageración, etc. Last but not least: para que ir al Quilmes Bar si yo no tomo cerveza.

No hubo caso, mal que me pese 12.30 hs estábamos en el lugar del encuentro, y confieso que grande fue mi sorpresa al ver a por lo menos 1000 argentinos, dos horas y media antes del partido, bailar, cantar y beber (cerveza, de gin tonics ni hablar), al compás de bombos y platillos. Tan argentino era ese lugar que hasta a la bratwurst en pan árabe se le atribuía el mismo gusto que al choripan. Pude constatar que había algunos argentinos llegados de Argentina (Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba principalmente), varios argentinos llegados de otros países europeos (Inglaterra, Italia, Suiza, España) y principalmente muchos argentinos llegados de toda Alemania (Munich, Berlin, Suttgart, Colonia, Hamburgo y otras ciudades y hasta pueblos imposibles de pronunciar). Todos, absolutamente todos, con la camiseta de la selección.

O habían tenido todos suerte en el sorteo de entradas de la FIFA (muy dudoso porque era prácticamente imposible) .. o los argentinos seguimos mostrando el arte y las mañas para conseguir las entradas de la manera que fuera (un dirigente piadoso, un amigos generoso, un contacto inescrupuloso, etc).  En las adyacencias del estadio era posible conseguir entradas en la reventa por 300 euros (cuando el precio oficial era de 40 a 150 euros). El cuento de que las entradas eran nominales, con un chip incorporado con los datos del titular y que todo traspaso debía hacerse 48 horas antes del partido con la autorización de la FIFA y que prácticamente había que acompañar el certificado de defunción del titular, fue finalmente eso, un cuento. Por lo que pudimos notar nosotros, nunca nadie le pidió a quienes ingresaban su pasaporte o algún tipo de identificación.

Diríase que el clima futbolístico era de optimismo moderado y varios entendidos en la materia se mostraban preocupados por la gran defensa de Serbia y dejaban entrever la posibilidad que Saviola había tenido un golpe de suerte contra Costa de Marfil. Otros afirmaban que Cambiasso merecía ir al banco porque andaba mal con la pelota y era imposible que llegara con pelota dominada siquiera a las cercanías del áera. Los más pesimistas (que siempre están) decían que Pekermann iba a poner a Tevez y Messi .... en el próximo Mundial y que un cero a cero no era un mal resultado si en el partido siguiente empatábammos contra Holanda. En lo que todos coincidían era que había que beber mucho porque nadie nos aseguraba que viviéramos otro Mundial corto.

Alrededor de una hora antes del partido partieron las numerosas caravanas argentinas al Estadio. Colas de solamente 5 minutos a pesar de las revisaciones exhaustivas por la seguridad y un estadio increíble, con el techo cerrado por que había amenazas de lluvia. Pero sin dudas lo más imponente fue ingresar a la tribuna de atrás del arco donde atacó Argentina y notar que prácticamente en su totalidad eran hinchas argentinos, la mayoría de ellos argentinos "en serio" pero también muchísimos alemanes enfundados en camisetas, banderas y arlequines argentinos. Es que, a diferencia de otros mundiales (Francia 98 o EE. UU. 94 por ejemplo), el hincha alemán goza realmente del fútbol y frente a la imposibilidad de poder ver a su propia selección, se conforma y mucho pudiendo ver a otros equipos.

A mi lado tenía una alemana embarazada de 7 meses, atrás otros alemanes camuflados de argentinos, algún mexicano también. Uno de los hinchas alemanes me pregunta porque nos ponemos todos a saltar... y hay que traducirle el cantito "el que no salta es un inglés". Y el alemán empieza a saltar como un resorte.

Había hinchas argentinos también en la tribuna de enfrente y a los costados, abolutamente en toda la cancha. No se que dirán los números oficiales, pero decir que hubo 20.000 argentinos alentando a la selección no parece exagerado. Por supuesto, estaba también las barras de varios equipos argentinos, la de Boca junto a la de San Lorenzo, Quilmes, los equipos rosarinoargentinos, y más abajo la de River. Ellos promovían los cantos pero el aliento provenía de todos los hinchas argentinos.... y alemanes. Los hinchas serbios también estuvieron pero nunca se hicieron notar.... salvo cuando silbaron la propia versión de su himno. Por nuestro lado, es la primera vez que escuchó que el himno argentino se canta en una versión del tipo Charly García derivando en una explosión de aliento de toda la hinchada argentina.

Y despúes el partido..... Que se puede agregar al respecto que no se hubiera dicho . Los nervios duraron solamente 6 minutos (hasta el primer gol de Maxi); después fue todo una fiesta, abrazos por doquier, cigarros para Maradona, más cervezas para los argentinos. Terminado el partido, las camisetas de los jugadores y de los hinchas revoloteando arriba de las cabezas, la gente que no quería abandonar las tribunas, como queriendo disfrutar ese momento por una eternidad.

Adivine cuál fue el lugar del encuentro despúes del partido. Si, el Quilmes Bar!! Y la fiesta siguió, y la cerveza no alcanzó...... porque hasta el único hincha argentino que no toma cerveza terminó cediendo a lo inevitable. Y siga siga siga el baile.....fotos.

Axel Mayo


FEDERICO LEONHARDT (Socio Club Alemán 6239)
GELSENKIRCHEN 22-6-06

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Queridas/os amigas/os,
nuevamente los saludo desde las lejanas tierras germanas que en algún momento se podrá decir que son frías pero en estos tiempos de mundial lo menos que se puede creer es eso, tanto por el clima como por el sentimiento que a uno le genera este ambiente. Por supuesto mucho más si uno es argentino.

Mama mía, que partido el del otro día, creo que lentamente estoy cayendo que estuve en la cancha en un día que va a quedar para la historia, a mis nietos les voy a contar la experiencia vivida y empezará el relato algo así como “yo estuve el día en que se convirtió el gol colectivo más lindo de la historia...”. Y como para ir practicando para ese momento voy a empezar relatándoselo a Uds.

Mi partido comenzó el jueves, a pesar del feriado que hubo acá (algún santo, perdón mamá que me falte el dato) tuve que trabajar ya que me tomaba el viernes, por lo tanto al promediar las 18hs. después de estar aturdido por el eco que generaban los grillos en los pasillos del edificio (los feriados acá son sagrados, no trabajan ni los serenos más o menos) me retiré hacia casa en busca de mi mochila, me subí al tren y salí hacia Düsseldorf. Allí me encontré ya en la estación con un amigo argentino (que gentilmente me prestó un colchón para pasar la noche) y salimos hacia la Altstadt (ciudad vieja) a encontrarnos con otras amistades argentinas que estaban cenando en la zona. Luego de unas típicas salchichas con mostaza y unas ricas cervezas de la región (Altbier, de color turbio, un tanto mas amarga pero inmensamente sabrosa) salimos a dar unas vueltitas por las peatonales, al borde del rio Rhin, y el ambiente era sencillamente inmejorable. Nuevamente hinchas de todos lados, música fuerte que salía de los bares y la gente en las calles cantaba, bailaba, “tiroteaba” y por supuesto todos con una Altbier refrescante en la mano (todo bajo la celosa mirada de los policías que en vez de intimidar con gestos o miradas hostiles sonreían a todo el que pasaba).

Me fui a dormir relativamente temprano pero no pude hacer profundamente, poco antes de las 7 ya estaba despierto y mi ansiedad no me dejó pegar más un ojo. Me duché con tranquilidad, ordené nuevamente mi mochila y salí para la estación rumbo a Gelsenkirchen, con mucha ilusión pero mucho nervio también, tratando de guardar la compostura. Estaba seguro que me iba a encontrar nuevamente con una fiesta imperdible pero los “papeles” de Serbia no me dejaban tranquilo.

Ya en la estación me encontré con los primeros cóterraneos, una argentina desorientada se me acercó como hacia un Mesías preguntandome si hablaba alemán, ante mi respuesta postiva respiro aliviada y buscó a su marido para decirle “Cacho vení que este pibe habla el idioma”. Con Cacho y Gabriela al dar 5 pasos más se sumo el siguiente argentino preguntando si ibamos al estadio, 5 minutos después eramos una comitiva de alrededor 10 personas. Con mucho nervio pero charlando de todo un poco (desde la maravillosa puntualidad de los medios de transporte alemanes hasta Perón y su dicho “nada mejor para un peronista que otro peronista” y la analogía mundialista “nada mejor que un argentino que otro argentino” para llegar con éxtio a destino) recorrimos los 45 minutos hacia la “Hauptbahnhof” de Gelsenkirchen. Después de orientarlos en el camino hacia el estadio me quede esperando a dos alemanes amigos que venían conmigo al estadio.

Cada alrededor 10 minutos llegaba un nuevo tren a destino y era interesante ver como de cada uno llegaban diferentes fanáticos. Cuando un grupo de ellos bajaba las únicas escaleras hacia la salida cantaban en sus diferentes idiomas, los argentinos llegaban coreando todo tipo de cánticos (vale mencionar que llamativo y hasta prodigioso el nuevo repertorio de cánticos de los “barras” albicelestes), mientras que la creatividad de los serbios dejaba un poco que desear pero igual le daba un toque agradable a la “previa”.

Una vez llegados los amigos germanos dejamos ciertas cosas en los “lockers” improvisados por la Deutsche Bahn, enganiamos nuestros estómagos con una pavadita y tomamos mucha agua para tratar de generar barreras suficientes que permitan retrasar como se pueda los efectos del alcohol que estaba próximo a ingresar al cuerpo, y seguramente en cantidades importantes.

Sin equivocarme en mi cálculo arriba mencionado a las 12hs ya estábamos en el muy bien concurrido BarMóvilQuilmes brindando por el, ojalá en ese momento, triunfo argentino. Tal cual cómo reza la frase promocional de dicho bar lentamente se convirtió en el punto de encuentro de una gran cantidad de hinchas que veníamos de diferentes “esquinas” de europa. Otra vez con mucha ilusión, mucho nervio y cálculos moderados respecto al futuro resultado esperamos que transcurran los minutos en un clima festivo con mucho canto, bombo, y diferentes “Promis” acercandose al lugar, cámaras y fotógrafos de diferentes canales y revistas también dijeron presente y cada uno cumplía con su trabajo, ellos haciendo lo suyo con sus camaritas, nostros los hinchas cantando, bailando, comiendo, chupando, trantado de menguar los nervios en el apoyo mutuo.

Una hora antes del comienzo del partido nos encaminamos hacia el Veltins-Arena, el camino hacia el estadio cruza diferentes estacionamientos pero rodeados éstos de lindos parquecitos, con mucho verde y crecidos árboles. Se respiriba un buen ambiente y por lo menos la presencia argentina en las tribunas sabíamos que iba a ser contundente, así fue.

La entrada al estadio nuevamente ocurrió sin mayores inconvenientes, con mucha personal de control que aligeraba la esperaba y toda la gente de buen humor, tanto nosotros como los hinchas serbios, que al cruzarnos siempre nos deséabamos mutuamente suerte con un bajito “ojalá les rompamos el c...” al finalizar el saludo.

Al darme cuenta que mis entradas eran para la platea baja no podía contener mi alegría, pero el asombro absoluto llego cuando vimos el estadio por adentro. Una verdadera joya arquitectónica, un bálsamo para los ojos que generaba un verdadero orgasmo futbolístico a cualquier fanático/a de este deporte. Luego de las fotos obligadas ahí cerquita del césped cómo si fuéramos ninos excitados no podía uno dejar de acloparse al ya gran aliento que provenía de las tribunas. Mucha presencia argentina que se evidenciaba no sólo en los colores mayoritariamente celestes y blancos sino también en los típicos trapos que decoraban las tribunas con leyendas de todo tipo y provenientes de todos los rincones argentinos (y mucha bandera con inscripciones de argentinos que viven en Espania del tipo “Bilbao es de Argentina”).

Después del himno, el canto, la piel de gallina, el “Argentina! Argentina!” al finalizar aquél uno no se podía sentir más feliz, con un triunfo común y correntinacho nos contentábamos, con una victoria estabamos prácticamente clasificados y eso era lo que esperabamos... pero lo que vino después no tiene explicación, no tiene nombre y no se puede contar con palabras. Creo que se tienen que sentir tranquilos con la representación que se les esta haciendo como hinchas, creo que de eso no tienen dudas por lo que habrán visto por la tele pero quiero resaltarlo una vez más... la locura que se desató en todo el estadio era mortalmente contagiosa, creo que hasta el menos dotado de los extranjeros en el tema idiomas se aprendió de memoria todos y cada uno de los cantos argentinos, durante muy pocos momentos del partido se dejo de alentar y tanto los “borrachos” con sus bombos como la banda de la Plata eran la voz mandante.

Después del pitazo final nos quedamos como 20 minutos más dentro del estadio cantando y saltando, luego otros 20 minutos más fuera del estadio, y lentamente nos fuimos esparciendo todos hacia diferentes destinos, pero una gran mayoría tenía un punto de encuentro y ese era nuevamente el de la cerveza argentina. La esquina donde se encontraba el bar la tomamos prestada por unas horas y era una verdadera “embajada argentina”, con gente colgada de los semáforos y el tránsito cortado, una verdadera postal del fanatismo argentino, pero de un fanatismo que da gusto formar parte y darle color y ruido, no se paró de cantar y después de unos minutos para tomar aire se comenzaba de nuevo. Simplemnte fantástico.

Muchos representantes de la comunidad argentina en alemania nos dimos cita en ese lugar, con muchos ex-alumnos de los diferentes colegios alemanes que están viviendo ahora acá, pero muchos argentinos venidos nuevamente de diferentes partes de europa, USA y muchos, pero muchos que vinieron de la argentina. Preguntando a diferentes medios gráficos de nuestro país me confirmaron que la presencia argentina es mayor en este mundial que en el de Francia y sobre todo que la organización es impecable.

Nuevamente la alegría y el “descontrol” moderado fueron protagonistas de la tarde y luego de pasadas algunas horas el lugar se iba vaciando. Los alemanes que vinieron conmigo quedaron fascinados por el espetáculo que brindamos y ya la Argentina tiene un lugar ganado en su corazón. Lo mismo experimenté en el camino de vuelta hacia Colonia, hacia donde nos dirigimos muchos de nosotros, la buena onda, el companierismo y la fraternidad se respiran en todos los rincones. Da realmente gusto poder ser testigo de lo que esta ocurriendo por acá.

La noche se siguió consumiendo con festejos, más cerveza, cantitos, más cerveza pero sobre todo con una alegría y felicidad que pocas veces experimenté. Resabios de esa felicidad perduran y perdurarán por lo menos hasta el próximo fin de semana, cuando vuelvan realmente los nervios y miedos de pensar de que lamentablemente la fiesta argentina puede terminar. Pero eso no va a impedir que los hinchas digamos presente donde sea que juegue nuestra querida Selección y los hagamos sentir “como en casa”, de eso quédense tranquilos.

Por lo que escuché, y de eso no me quedan dudas, en Frankfurt haremos fuerza por al menos demostrar ser mayoría tanto en las calles como en la cancha (la proximidad con Holanda nos juega en contra y ya se calculan que unos 40.000 holandeses sin entradas coparan la ciudad), ahí aportaré mi granito de arena y lo que suceda se los voy a estar comentando el jueves.

Hasta entonces, y con mucha ansiedad, los saludo con un gran beso y abrazo,  y
VAMOS ARGENTINA CARAJO!!!!

Fede Leonhardt


Relato de Federico Leonhardt,
12 de Junio de 2006

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Queridas/os amigas/os!!

Cómo algunos sabrán me encuentro en tierras germanas hace un tiempito y tengo la suerte de poder vivir el mundial de cerca. No sólo el hecho de que tengo entradas para los tres primeros partidos (por ahora, estoy en duras tratativas para las siguientes instancias) hace que tenga las 24hs cosquilleos en la panza sino que el solo hecho de estar en el país donde se organiza es una sensación especial.

El clima de mundial se vive en casi cada esquina. En las ciudades sede es directamente una fiebre, en las ciudades más pequeñas el mundial está, pero digamos que es más bien un resfrío.

Yendo directamente a lo que fue el sábado les cuento que a todo el mundo lo domina un sentimiento de amistad, fraternidad y alegría que pocas veces viví en mi vida. No importa la nacionalidad, ni el color, ni la camiseta que tengas puesta, tampoco si estas borracho o dormido, excitado o descontrolado, todo el mundo saluda, todo el mundo festeja, todo el mundo sonríe (ver sonrisas y buen humor en las calles alemanas digamos que no es de lo más usual).

Los argentinos salían de hasta debajo de la baldosas. Para donde se miraba aparecía un grupo, y en el centro de la ciudad éramos plaga. Dato de color: frente a la Rathaus (municipalidad), punto de encuentro de varios de nosotros, apareció la Su Giménez junto con Marley. Primeros “Promis” del día.

Al estadio fuimos en subte, todo maravillosamente señalizado por supuesto, en todos lados gente voluntaria dispuesta a resolver cualquier duda o pregunta de los hinchas/fans. Ya de la estación al estadio empezamos a ver los primeros carteles de “i need a ticket” con precios que oscilaban entre los €150.- /€300.- (teniendo en cuenta que en ebay dos entradas para Argentina-Holanda estan ya a €2300.- el precio el sábado era una ganga). Los controles eran los justos y necesarios, revisaban mochilas, y palpaban pantalones y tobillos, del control de los nombres en los tickets absolutamente nada.

La primer gran piel de gallina de la tarde/noche la tuve al ver por primera vez el verde del campo de juego, fue la primera señal conciente de que realmente estaba en el estadio, de que realmente iba a vivir el mundial “en vivo”. Después de pasar por los baños (comparados a los de un estadio en Argentina estos son 5 estrellas, hasta había papel para hacer lo segundo y todo estaba lo suficientemente limpio como para animarse a hacerlo), compramos cerveza y con mucho nervio me dirigí a mi lugar. Tiempo para el comienzo del partido 1 hora 40 minutos.

La espera no se hizo larga porque el nerviosismo, la excitación y la alegría mitigaban cualquier espera. Atento a cómo se iba llenando el estadio se los vio a Jorguito Guinzburg (de muy buen humor, saludando a la gente), Francella, Gonzalo de CQC, y llegado un momento, cual si estaríamos en el Monumental a minutos de comenzar un partido cualquiera del Apertura, entran los “borrachos del tablón”. Con mucha bandera argentina aunque entre medio también alguna de River, con bombos, platillos y mucho aliento, se posicionaron detrás del arco que ocupo el Pato en el primer tiempo. Otro banda grande de argentinos llegados de España pero originarios de La Plata alentó mucho, también con bombos, y por momentos tapó los cantos de los de River. Ambos grupos estuvieron celosamente custodiados por un gran operativo policial que estaban al ladito de ellos.

Indescriptible el momento de la entrada de los equipos y la segunda gran piel de gallina fue el escuchar el himno nacional por los altoparlantes, mientras se seguía las caras de los muchachos argentinos por las pantallas gigantes del estadio y finalizado aquél el grito de “Argentina! Argentina!” llenaba los ojos de lágrimas.

Del partido no les voy a contar mucho ya que todos lo vieron, se grito mucho más de lo que me hubiese imaginado, con los dos grandes grupos de hinchas que mencione más arriba a la cabeza. Al echarle un vistazo a las tribunas predominaba ampliamente el celeste y blanco, pero para sorpresa de todos los argentinos presentes, promediando el segundo tiempo gran parte de la hinchada (intuyo que alemanes camuflados de argentinos) empezaron a a

 



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